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PABLO GARCÍA-MANCHA - TENDENCIAS
Lunes, 10 de diciembre 2018
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Gracias al entusiasmo de los amigos de la Academia Riojana de Gastronomía y su presidente Pedro Barrio a la cabeza, los amantes de la cocina en La Rioja hemos tenido la oportunidad de asistir a tres conferencias magistrales de tres de las cabezas pensantes mejor amuebladas y más decisivas de un mundo en ocasiones demasiado marcado por la banalidad y por el regate corto. El fenómeno gastronómico se ha extendido con una potencia inusitada en los últimos años por toda clase de vericuetos como un fenómeno en plena ebullición, tal y como explicó Benjamín Lana, presidente de la División Gastronómica de Vocento y vicepresidente de Madrid Fusión. El interés se ha disparado, en ocasiones con más relevancia que el propio fútbol: series, programas, libros, redes sociales... Todas las plataformas y formatos de comunicación han volcado su interés por la cocina y los chefs se han convertido en verdaderas estrellas con más 'bolos' que los grandes ídolos del Rock and Roll. ¿Es oro todo lo que reluce? Evidentemente no, Rafael García Santos añoraba la revolución que protagonizaron los cocineros españoles en los noventa encabezada por el inefable Ferran Adrià, que reconoció en Logroño unos días después que «quizás ya no seamos vanguardia, pero seguimos siendo la última de todas ellas». El presidente de la Real Academia, Rafael Ansón, habló de la una de las claves esenciales de aquella gigantesca vuelta de tuerca: la libertad, los cocineros rompieron con lo establecido como un mantra y de ese libre albedrío brotó una revolución que lo inundó todo y que convirtió a España en la mejor cocina del mundo. Lana hizo hincapié en que el interés por la cocina tiene un sentido transversal y blanco, ya que todo el mundo tiene una opinión sobre este mundo de manera independiente a sus condicionamientos sociales, origen o nivel cultural. Y fue más allá, ya que el interés por las cosas del comer ha superado los límites de respuesta habituales de la industria cultural: «Ha triunfado la idea de fotografiar la comida creando una fantasía de tal o cual plato. Uno puede escuchar una ópera a través de un dispositivo digital muy avanzado y la experiencia se puede parecer mucho, pero a través de una imagen nunca vamos a tener una experiencia ni remotamente parecida a lo que supone comerse un plato». Pero somos casi igual de felices...
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