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REDACCIÓN
Martes, 14 de febrero 2017, 10:17
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Patatas fritas con menos grasa, un ron con menos calorías, quesitos 'light'... La industria alimentaria no es ajena a la creciente preocupación de la población por el sobrepeso, no solo por la estética, sino por sus consencuencias en la salud. Los productos bajos en calorías, en grasa, en azúcares, los 'light', pónganle la etiqueta que prefieran, llevan ya un tiempo en los lineales del supermercado y en algunos establecimientos de comida rápida, pero ahora vuelven con fuerza.
Aunque los esfuerzos por hacer productos mejorados son de agradecer, también es importante que los consumidores tomen conciencia de que esa etiqueta no es una carta blanca para ponerse ciego. «Lo 'light' muchas veces no refleja la ausencia de calorías ni la posibilidad de abusar de ese producto sin ningún peligro. Se puede ser obeso aunque comas todo light», asegura el doctor Camilo Silva, endocrinólogo de la Clínica Universidad de Navarra. Este experto advierte de que no hay que fijarse solo en la calorías sino en la composición nutricional (grasas, proteínas, hidratos de carbono) para no superar las cantidades máximas recomendadas.
«Estos productos no son adelgazantes. Engordar o adelgazar depende del cómputo global de calorías que ingerimos», aclara la doctora Susana Monereo, jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital General Universitario Gregorio Marañón y secretaria de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (Seedo).
Una dieta equilibrada supone una ingesta de unas 2.000 calorías diarias para los hombres y 1.800 calorías para las mujeres.
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