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JOSÉ MARTÍNEZ GLERA - LA PODA
Viernes, 1 de enero 2016, 23:53
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Con burbuja o sin burbuja. Es la duda que asalta muchas mesas navideñas. La respuesta es sencilla: a gusto del consumidor.
Parece que no es Navidad si no se consume un vino espumoso al que por defecto llamamos champán, pero que casi siempre es cava. No es lo mismo. Más de 45 millones de botellas de este último se venden estos días.
Lo importante es dar respuesta a lo que te pide el cuerpo. Si apetece burbuja, se puede maridar con pescados, carnes, mariscos y postres, porque los espumosos no sólo son blancos, sino también rosado, aunque lo olvidemos. Si no apetece burbuja, la oferta es igual de amplia, desde blancos a tintos pasando por rosados.
Eso sí, hay que ser un poco cuidadoso. La temperatura es fundamental. Tenemos la manía de meter los espumosos al congelador para enfriarlos con mucha rapidez. Error. Mucho mejor, agua, hielo y sal. Tampoco hay que guardarlos en el frigorífico varios días antes. Mejor en un lugar a temperatura constante y sin luz.
Y la copa. Varias opciones, dos preferidas: la tradicional de vino o la copa Tulipa, más ancha en la panza que en el borde. Cuanto más fino sea el cristal, mejor. La menos aconsejable, la copa Pompadour, sí esa baja y ancha con la que se hacen torres de espumoso en las bodas.
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