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REDACCIÓN
Jueves, 30 de agosto 2018
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El pasado 1 de agosto, Día Internacional de las Patatas Fritas, el periódico galo 'Le Figaro' publicaba una entrevista al historiador gastronómico Pierre Leclercq, que situaba el origen de las 'frites' en el París del siglo XIX.
Pero, según el Frietmuseum, el único museo dedicado a este tubérculo, ubicado en Brujas, la leyenda popular en Bélgica sostiene que las 'frites' nacieron en el siglo XVII durante una helada que impidió la pesca en el río Mosa, y que llevó a los pescadores belgas a cortar patatas en forma de pequeños peces.
Además, ese mismo día las famosas 'frites', vendidas en miles de 'friteries' belgas desde finales del siglo XIX, se colaron en la actualidad comunitaria: en la rueda de prensa diaria de la Comisión Europea dos periodistas se enzarzaron en un debate sobre su origen ante la posibilidad de que la UE les otorgase protección geográfica.
Un asunto sobre el que la CE prefiere no especular, según confirmó un portavoz de la institución. Pese a no haber ninguna petición al respecto en curso, Bruselas prevé la posibilidad de otorgar privilegios a determinados productos gastronómicos locales en la Unión Europea -en tanto que indicaciones geográficas protegidas, denominaciones de origen o especialidades tradicionales garantizadas-, lo cual supondría una grave estocada para aquellos que defienden su esencia francesa.
La Unión Europea ya estuvo en el punto de mira de los belgas cuando, en 2017, la Comisión sugirió la prohibición de la doble fritura para reducir la acrilamida, un químico cancerígeno que aparece en alimentos ricos en almidón si se fríen a altas temperaturas, según la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). El Gobierno flamenco instó a la CE a aseverar que no tenían nada en contra de las 'frites' y que no prohibirían su doble fritura.
En un país ampliamente dividido, las patatas fritas constituyen uno de los pocos elementos identitarios que flamencos y francófonos comparten sin reservas. Junto con la cerveza y el chocolate, las patatas fritas son la trilogía de la gastronomía en Bélgica, donde popularmente se llaman 'frites', en francés, o 'frietjes', en flamenco.
La expresión 'french fries' (patatas francesas), como se denominan en Estados Unidos, surgió en la Primera Guerra Mundial, cuando al parecer unos soldados valones, hablando en francés, ofrecieron degustarlas a los militares americanos. Para conseguir su característico color dorado, es necesario freírlas primero en aceite vegetal durante cinco minutos a 160 grados, aguardar otros diez y volver a freír, esta vez en grasa de vaca y a unos 180 grados.
Bélgica es el mayor exportador de patatas congeladas del mundo.
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